miércoles, 9 de diciembre de 2015

¿Sabrán matemáticas los animales y las plantas?

Cuando hablamos de Matemáticas, lo primero que pensamos es en números. Números para contar, números para calcular, números para comprar y vender, números que expresan el tiempo que pasa, el tiempo que queda…

Pero además de todas estas utilidades de los números que tenemos asumidas y que forman parte inseparable de nuestra cultura y nuestra forma de vida, los números aparecen también en multitud de situaciones increíbles, con sus reglas y pautas, y son conocidos y utilizados por todo tipo de seres vivos. ¿Sabrán matemáticas los animales y las plantas? 

La avispa solitaria
Un ejemplo impresionante que nos muestra cuál puede ser el sentido numérico de los animales es el de la avispa solitaria. La avispa madre pone sus huevos individualmente en celdas separadas y entonces suministra a cada celda un cierto número de orugas vivas de las que se alimentarán las crías cuando salgan del cascarón.

Lo asombroso es que el número de orugas es sorprendentemente uniforme paralos diferentes tipos de avispas –algunos tipos de avispas colocan 5 orugas por celda, otros 12, e incluso otros más de 24.

El caso más sorprendente de todos son las avispas “eumenus”, un tipo en el cual las hembras son mucho mayores que los machos. De alguna forma, la madre avispa sabe si del huevo saldrá una avispa macho o hembra. Si el huevo es hembra la madre avispa pone en su celda 10 orugas, mientras que si es macho pone 5.


La sucesión de Fibonacci y las flores
A finales del siglo XII, Leonardo de Pisa, conocido como Fibonacci, trabajó los números y estableció reglas rigurosas para operarlos entre sí y para utilizarlos en múltiples aplicaciones. Pero Fibonacci es más conocido entre los matemáticos por una curiosa sucesión de números:

1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89....

Como se puede observar, a partir del tercero, cada número de esta curiosa sucesión se obtiene sumando los dos anteriores.

Los números de la sucesión de Fibonacci sorprendieron pronto a todos los biólogos. Como muy bien nos enseña la filotaxia, las ramas y las hojas de las plantas se distribuyen buscando siempre recibir el máximo de luz para cada una de ellas. Por eso ninguna hoja nace justo en la vertical de la anterior. La distribución de las hojas alrededor del tallo de las plantas se produce siguiendo secuencias basadas exclusivamente en estos números.

Además, el número de espirales en numerosas flores y frutos también se ajusta a parejas consecutivas de términos de esta sucesión: los girasoles tienen 55 espirales en un sentido y 89 en el otro, o bien 89 y 144. En el de la imagen, 34 y 55.


Las margaritas presentan las semillas en forma de 21 y 34 espirales.

Y cualquier variedad de piña presenta siempre un número de espirales que coincide con dos términos de la sucesión de Fibonacci, 8 y 13; o 5 y 8.

¿No es sorprendente? Parece que el mundo vegetal tenga programado en sus códigos genéticos del crecimiento los términos de la sucesión de Fibonacci.

Si lo deseas, puedes ver el vídeo Fibonacci. La magia de los números de la serie documental "Más por menos" de RTVE. Es muy interesante y te sorprenderá. Necesitas la utilidad Flash Player para ver el vídeo.
También puedes verlo en Youtube:

No hay comentarios:

Publicar un comentario